El principio compasión-misericordia y la ciudad. Reflexiones desde la praxis pastoral urbana

Alberto Camargo Cortés, Pbro.

Abstract

Podemos decir que el «principio compasión-misericordia», a lo largo de las últimas dos décadas, ha vivido un itinerario pastoral, ha transitado una ruta pastoral de encarnación en la ciudad.
El comienzo de esta ruta fue la Asamblea Sinodal (1989-1998) y su reclamo-petición: «Que la espiritualidad que anime la ciudad sea la del buen samaritano (Lc 10,25-37)». A partir de esta luz, empezamos a tener una mirada sobre la ciudad, denotamos una especificidad, un «norte» espiritual, un horizonte, nuestro pretexto.
Asumimos esta respuesta, teniendo presente los demás reclamos hechos en la Asamblea Sinodal y, desde luego, el conjunto de todas las declaraciones del Sínodo; pero, quisimos aunar todo ello sobre estos dos ejes, que en adelante colmaron toda nuestra atención y compromiso pastoral. Comenzamos a trabajar la especificidad de la parábola o su corazón bíblico: la compasión-misericordia.
Tuvimos presente otra especificidad: la característica sobresaliente de la pastoral urbana de nuestras ciudades, su encuentro con el sufrimiento como su principal desafío en la realidad urbana de nuestro país.