La cuestión de la interculturalidad está cambiando en la circunstancia contemporánea, porque luego de tres décadas del fenómeno de la globalización financiera anglosajona, ya se habla del fin de la globalización y del inicio de la desglobalización, al tiempo que asciende el neoconservadurismo con nuevas modalidades de nacionalismos, soberanismos, populismos y racismos generadores de nuevas guerras para el acceso exclusivo a los recursos naturales, muchos de los cuales aún reposan en los territorios de los pueblos y países del Sur. Así que, además de la “inclusión” de las culturas étnicas por vía de la ola de las reformas educativas y constitucionales de los 90, es previsible un incremento de regímenes de fuerzas para que se civilicen, modernicen, industrialicen y consientan los megaproyectos minero-energéticos y los derechos de “propiedad intelectual” sobre sus territorios, prácticas, saberes, identidades, lenguas, valores y tradiciones culturales distintas.
